Mucho ruido… allá afuera hay mucho
ruido, y aquí dentro mío también… los dedos atrofiados por la tecnología cibernética
se me atrofian acompañados por la inspiración que constipada quiere salir a borbotones
irregulares como de una cañería atascada.
Es cierto que tiene mucho que no
escribo inmerso en una espiral de felicidad que de momento se atrofia por las
ganas de querer hacer más, confundida con la culpa de ser feliz y de recibir
sin aparentemente hacer nada más que ser feliz, suele parecer que pasar el
tiempo haciendo solo cosas que me gustan, no le sienta bien a la consciencia,
no le sienta bien a la sociedad y al dicho común y corriente “sal de tu zona de
comodidad”.
Y el mal habito del escritor de
releer lo que ha escrito para continuar con una línea dirigida y enfocada a
algún lugar, casi me pica las pupilas para voltear y leer, pero porque? Si yo sé
lo que he escrito y no quiero ir a ningún lado, solo quiero destapar la cañería
de la mente, dejar que fluya la inspiración y se vaya el mal olor de la
confusión.
El deseo de ser se pelea con el
deseo de hacer para después ser, y la culpa cual referí parece tener su consentido…
sin embargo los mensajes divinos no cesan de llegar, pero al mezclarse con el
referí se hacen confusas discusiones que empantanan mi alma en un limbo, del
cual he de salir ahora mismo.
Siempre soñé con vivir lo que hoy
vivo, una familia feliz, unida, que se ama y vive despreocupada, con la única ocupación
de ser feliz y disfrutar la vida… y una parte de mi dejase fluir y obtiene lo
deseado un tanto a medias por la culpa que presiona.
Y de pronto hago lo que me gusta,
pero eso no parece ser correcto, porque pareciere que debo sentirme incomodo,
un tanto frustrado y estresado superando no sé cuantos limites para saberme
merecedor de lo que tengo… cuando se que el destino varia con tan solo pequeñísimas
variaciones infinitesimales, marcando la diferencia que el ser humano supone
hace el mismo, pero en realidad son movimientos de una mente mucho más grande,
mucho más sabia y mucho más perfecta.
El hacer no me incomoda, me
encanta hacer, compartir, trabajar por la satisfacción de hacerlo… lo que me
molesta es hacerlo presionado por algo que se supone debería conseguir, me
gusta fluir y hacer lo que esa mente maestra me guía a hacer sin ponerle
resistencia, y así ser una nota perfecta en la sinfonía de la vida.
Parece que la perfección de mis
letras me asombra por la claridad que tienen ahora para mi, dejando un tanto de
lado el buscar que sean claras para los demás, para el lector, que en esta
ocasión, solo soy yo y esa mente maestra afinando los detalles de mi
inspiración a punto de hacer erupción.
Re-afirmo mi compromiso de
dejarme guiar por esa mente divina, reafirmo mi confianza en que siempre me pondrá
en campos de leche y miel, estoy dispuesto a hacer lo que se me impulse a hacer
de la mejor manera posible, y demando que nada, NADA, intente inmiscuirse en mi
mente, y mis deseos, reclamo mi libertad de ser y dejar ser, sin influir o ser
influido… quiero ser una nota perfecta que se une a la sinfonía perfecta de la
vida, un anota que es tocada en el momento justo, para remarcar la belleza de
la armonía de esa sinfonía y después perderme en el odio del destino, de esa
otra mente… provocando pensamientos, recuerdos, inspiraciones, nuevas
creaciones, dejando de ser la nota, para para a ser un proceso inexplicable de
nuevas dimensiones, como la semilla que un día termina hecha jugo en la mesa de
una niña que está a punto de salir a jugar… y cuya sonrisa afectará a una
persona más, su vibración a muchas dimensiones más y así la nota perfecta que
fui, siga transformándose en notas de otra índole, de otras sinfonía… pero una
nota que salió desde su origen por inspiración, fluida, natural… como el
suspiro que se te escapa, desde el alma, cuando al sentimiento es tan intenso
que te impide pensar…
José Luis Loayza E. Solo una nota
más.